El modelo de habilidades creativas es el producto de sumar especialidades muy diversas, dando como resultado un cambio radical en los cuidados que se prestan a las personas.
Este método se ha empleado con éxito a lo largo de las últimas décadas, y su eficacia para mejorar la salud física y mental de los pacientes en diversas situaciones ha quedado demostrada.
En APC hemos basado nuestro modelo de atención en este método porque se centra en la comprensión de cada persona en su entorno y contribuye enormemente a potenciar su bienestar.
¿De dónde procede el modelo de habilidades creativas?
El origen de nuestro modelo de atención se sitúa en Sudáfrica, y es una evolución de la Teoría de la capacidad creativa desarrollada en los años 60 y los 70 por Vona du Toit, pionera de la terapia ocupacional. Esta teoría ha ido evolucionando y se conoce hoy como el Modelo de habilidades creativas.
Durante la última década, este modelo ha suscitado gran interés en otros países, y ha empezado a aplicarse en Reino Unido y en Japón, entre otros, con efectos muy positivos. Hemos adaptado este modelo a nuestro país a la vista de los buenos resultados que se consiguen.
Un cambio de paradigma
Cuando se presenta un problema de salud, tanto los pacientes como las personas que les rodean tienden a hablar del mismo centrándose en lo que han perdido, en lo que ya no pueden hacer.
Decimos cosas como ‘No puedo conducir’, ‘mi padre ya no puede vestirse sin ayuda’, ‘mi madre antes iba a la compra y ahora ya no puede salir sola’, ‘desde que estoy con la pierna así no puedo bajar a pasear a mi perro’, etc.
A esto, en términos de la teoría de habilidades creativas se le llama la pérdida de capacidad de creación.
Todas las personas tenemos capacidad creativa, es lo que nos diferencia de los animales. Esta capacidad se va desarrollando a lo largo de nuestras vidas, influenciada por una serie de factores internos y externos (las oportunidades que ofrece el entorno, la inteligencia, la personalidad…).
Sin embargo, una situación de dependencia ya sea provocada por una lesión, una enfermedad, por el envejecimiento o por cualquier otra causa, nos hace perder capacidad creativa. ‘Antes podía y ahora no puedo’.
El modelo de habilidades creativas se centra en propiciar el contexto óptimo para que cada persona desarrolle su capacidad de creación todo lo que su situación le permita y se amplíe su abanico de posibilidades. Se trata de empoderar a la persona para lograr que se sienta cómoda y recupere, al menos en parte, su capacidad de creación.
Cuando dejamos de poner el foco en lo que no podemos hacer y nos centramos en encontrar cosas que sí podemos hacer, se genera todo un cambio de situación que impacta de forma muy positiva tanto en la salud física de la persona dependiente como en su estado anímico y su relación con el entorno.
Aplicar este modelo pasa por potenciar todos los factores que mejoran la capacidad creativa y disminuir todos los factores de riesgo que la reducen, tratando de que la persona alcance la máxima cota de independencia que su nueva situación le permita.
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9 niveles de capacidad creativa
Para prestar la ayuda óptima a cada persona, el terapeuta necesita realizar una evaluación inicial que le permita determinar su nivel de capacidad creativa. El modelo describe 9 niveles de capacidad creativa, que definen detalladamente las destrezas y posibilidades de las personas.
Así, el primer nivel es el perfil tonal, el que presentan las personas con poca o ninguna conciencia, sin capacidad de respuesta a los estímulos del medio o con esta capacidad muy mermada.
El noveno nivel es el de participación contributiva. Las personas que se encuentran en este nivel son capaces de contribuir a mejorar la sociedad, y no son (o no suelen ser) objeto de terapia.
Entre el primer y el noveno niveles se establecen todos los demás perfiles, que se definen teniendo en cuenta el grado de dependencia de la persona, su capacidad para cubrir sus necesidades, relacionarse con su entorno, sus conocimientos y habilidades.
¿Cómo se utilizan los niveles en terapia?
El terapeuta lleva a cabo una evaluación inicial en la que recabará de la persona dependiente o de sus allegados toda la información que le resulte útil para identificar su capacidad creativa.
Para tener éxito en la aplicación del modelo, el terapeuta necesita conocer cómo actúa la persona en diferentes contextos: el manejo personal, la capacidad social, la capacidad de trabajo y el uso que la persona hace de su tiempo libre.
A partir de este conocimiento, el terapeuta definirá el plan de atención individualizada que proporcionará a la persona la mayor calidad de vida posible, mejorando su situación en lo que se pueda y compensando lo que no se pueda mejorar.
La familia, lo más importante
El modelo de habilidades creativas confiere gran importancia al peso que la colaboración de la familia tiene en la recuperación de la persona. Con la ayuda y la guía del terapeuta, las familias y allegados toman parte activa en los cuidados de la persona, siempre según sus posibilidades.
El plan de atención individualizada que se define incluye un plan de desarrollo y un plan de crisis.
El plan de desarrollo contempla los objetivos de la persona y de la familia, y ajusta las expectativas a la realidad de la persona y de su entorno.
Gracias al plan de crisis, la familia recibe la formación que necesita para responder ante cualquier situación que se presente. Por ejemplo, si la persona es diabética, hay un riesgo de hipoglucemia. El plan para la familia de esta persona indicará cómo tener controlados sus niveles de glucosa y establecerá qué pautas seguir si se presenta esa situación.
Cuando la familia está empoderada, se aligera de forma significativa el peso de la situación de dependencia, se reduce el estrés y mejora el estado emocional de todos sus miembros. El enfoque del modelo enseña a las familias que su ser querido es menos dependiente de lo que creían, ya que se centra en potenciar lo que sí puede hacer.
Muchas veces, al aplicar este modelo se reduce el coste que la familia soporta por los cuidados a domicilio de la persona dependiente. Esto sucede porque el modelo se centra en formar a la familia para que descubran cómo potenciar las posibilidades de la persona, frenar su deterioro y lograr que se estabilice.
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